Tengo un restaurante que llevo dirigiendo más de diez años. Lo compré en la época buena de la economía española cuando su propietario antiguo, al que conocía de toda la vida, se jubiló. Me ofreció dejarme el local a buen precio, ya que el restaurante había que tirarlo todo abajo y volverlo a montar porque era bastante antiguo. Lo primero que pensé fue que sería una muy buena idea, ya que en el pueblo hacía falta un restaurante de calidad moderno; claro que tendría que comprar alarmas para el negocio, ya que de lo contrario viviría siempre con temor.
No creo que fuera de locos pensar así cuando la inversión que pensaba hacer en restaurar el local era bastante grande, así que a medida que iba viendo cómo iba evolucionando la reforma, iba también buscando sitios que pudieran ofrecerme buenos sistemas de seguridad pero que también fueran de calidad, puesto que pretendía hacer una campaña bastante grande de publicidad y claro, quería pensar que el día de mañana conocieran mi negocio no solo los vecinos del pueblo, sino también la gente de fuera, lo que me daba un poco más de miedillo por si a alguno le daba por robarme o algo.
Nunca había tenido una empresa, así que quería hacerlo todo como mejor pudiera. Me informé sobre qué tipo de cositas gustaba a los clientes al abrir un restaurante en un curso para emprendedores, así que utilicé lo que había aprendido para ofrecérselo a mis clientes. Funcionó tan bien que a día de hoy me sigue yendo genial, aunque las ventas hayan bajado un poco con esto de la crisis.
El único percance que ha sufrido y que por ende me asustó bastante fue un intento de robo hace bien poco. Gracias a las alarmas y a las cámaras de seguridad que mandé a pedir a Madrid pude salvar mi negocio, pues el ladrón se asustó y no entró. Hoy os cuento esto para que veáis la importancia de un sistema de seguridad. |